Hay que tener cuidado con los sueños, pues a veces se hacen realidad.
Hay que tener cuidado, pues pueden convertirse en pesadillas.
Yo tuve un sueño.
Y se hizo realidad. Y se convirtió en una pesadilla.
Por suerte me despertaron. Atolondrada, anduve un cierto tiempo en el lindar de la conciencia, dudando de si me movía en la realidad o en un espejismo.
Buscaba las fuerzas cada mañana con las que disipar la niebla que me envolvía. Ocupé mi tiempo en tareas diversas, mi espacio no contenía suficiente aire para respirar.
Tuve suerte, mucha. Porque mis iguales me sostuvieron, me dejaron llorar, me dejaron hablar, me dejaron odiar.
A fuerza de dar cabezazos contra los muros, conseguí abrir un resquicio por donde entrase aire fresco. Se disipó la bruma, empecé a ver claro. Entró el aire limpio y con él, la vida.
Y ese día llegó. Aquí estoy.